"Levantad bandera sobre un alto monte; alzad la voz a ellos, alzad la mano, para que entren por puertas de príncipes. Yo mandé a mis consagrados, asimismo llamé a mis valientes para mi ira, a los que se alegran con mi gloria. Estruendo de multitud en los montes, como de mucho pueblo; estruendo de ruido de reinos, de naciones reunidas; Jehová de los ejércitos pasa revista a las tropas para la batalla"
"La historia pertenece a los intercesores"

sábado, 12 de febrero de 2011

SUMERGIDOS EN EL
Por Emerson Ferrell

La mente forma memorias digitales  a través de los 5 sentidos, ayudada sobre todo por la luz y el sonido.  Esto quiere decir que aún palpando, saboreando u oliendo un objeto, lo relacionamos con las imágenes almacenadas en nuestra biblioteca mental.

¿Estás dispuesto a entender la relación que juega una ilusión en nuestra percepción de la realidad, referida a la luz y el sonido?

Las imágenes de nuestra realidad producen emociones provenientes de nuestros pensamientos, conectados con la red nerviosa ubicada en lóbulo frontal del cerebro. Por lo tanto, nuestros sentidos no son confiables, ya que son incapaces de discernir la realidad. Pero eso no impide que las personas adhieran a su vida emocional estas imágenes falsas, lo que finalmente produce actitudes y comportamientos negativos.  Por ejemplo, si constantemente estamos enojados, tristes o deprimidos, cada link que une estas emociones con la red nerviosa, se hará más fuerte haciendo más difícil cualquier cambio. Entonces, crearemos una relación destructiva con esas emociones en el largo plazo.  Así, la red se expandirá y el aumentará formando comportamientos perjudiciales que responden a sentimientos.

Por otro lado, cuando reímos o cantamos, estamos rompiendo conexiones neuronales, provocando la activación de células nerviosas que sirven para interrumpir pensamientos relacionados con patrones destructivos. Las imaginaciones son sensaciones químicas almacenadas en el lóbulo frontal del cerebro. El deseo, es la emoción más adictiva de todas y la que más se expresa a través de imágenes mentales.
Si percibimos las ilusiones de nuestros pensamientos como realidad, el cuerpo formará emociones alrededor de nuestras creencias, las que crearán a su vez, un desbalance en el centro emocional del cuerpo, activando una glándula llamada Hipotálamo. Nuestros cerebros son las fábricas farmacéuticas más grandes del planeta. Una de las tareas del Hipotálamo es reunir los químicos asociados con nuestros deseos emocionales, llamados péptidos y que son tipos de aminoácidos.

El Hipotálamo secreta compuestos químicos que convergen con las emociones, de esta manera, existen químicos relacionados con la tristeza, el enojo, la victimización, depresión, lujuria, gozo por nombrar algunos.
Si nuestro cerebro o cuerpo identifica alguna de estas emociones, el Hipotálamo fabricará un péptido para compensar esos sentimientos y entonces los liberará a través de la corriente sanguínea donde entra en la célula. Es como una imagen de un sobre en un buzón de entrega y dentro del sobre hay una carta con información codificada destinada a equilibrar la condición de las células. Para eso, existen los péptidos, cuya función central es balancear el centro emocional del organismo. 

Los neurólogos han identificado un péptido llamado encefalina, conocido por actuar como un agente opiáceo (analgésico) como la heroína o morfina. Este péptido natural es liberado en nuestra corriente sanguínea como una respuesta al estrés autodestructivo. La mente fabricará y liberará estos péptidos para calmar el sistema nervioso central y prevenir la muerte.

Las células del cuerpo han sido diseñadas para regenerar más efectivamente los químicos o aminoácidos alcalinos, siendo los pensamientos de felicidad, paz y gozo los que crean la nutrición perfecta para una reproducción celular saludable. Por otro lado, la tristeza, enojo, rabia, celos y depresión producen químicos ácidos que pueden cambiar las células y la estructura del ADN.

En esencia, nuestras emociones disparan imágenes que producen sustancias que alteran las células, formando adicciones químicas a largo plazo.  El cuerpo refleja este químico y lo exige más a menudo. Por eso, el consumo de fármacos debilita y eventualmente destruye el sistema inmunológico del cuerpo, debilitando su habilidad para producir los químicos adecuados para proteger el organismo. 

De esta manera, el cuerpo demanda del Hipotálamo, la secreción de estos químicos, que convergen en emociones tales como engaño, paranoia y apetitos sexuales o físicos, mientras que nuestra mente no juzga el carácter de la persona que lo demanda. El cerebro simplemente suple los químicos para satisfacer el trauma emocional creado por la naturaleza de pecado del primer Adán. A menos que el carácter cambie, el cuerpo y la mente serán esclavos de las emociones.

Podemos ser adictos a los químicos que nuestro cuerpo crea aun si los comportamientos son destructivos. Por ejemplo, la gente que se ve a sí misma como víctimas, inventará escenarios en su cabeza para, eventualmente, atraer la situación a la “vida real” y así producir un aminoácido.

Mientras más convencidos estemos de la realidad que crean nuestras emociones, más adictos seremos a los sentimientos provenientes de nuestra fábrica farmacéutica mental. Así, nuestros cuerpos se convertirán en el centro de nuestras decisiones y no nuestra mente, esta última es el “traficante de drogas” que suple los químicos y memorias para alimentar la adicción. En este punto, el cuerpo controla nuestros apetitos físicos y mentales.

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