"Levantad bandera sobre un alto monte; alzad la voz a ellos, alzad la mano, para que entren por puertas de príncipes. Yo mandé a mis consagrados, asimismo llamé a mis valientes para mi ira, a los que se alegran con mi gloria. Estruendo de multitud en los montes, como de mucho pueblo; estruendo de ruido de reinos, de naciones reunidas; Jehová de los ejércitos pasa revista a las tropas para la batalla"
"La historia pertenece a los intercesores"

jueves, 17 de junio de 2010

LA AMISTAD




Recientemente escuche a alguien decir que para el la amistad era un compromiso. Siempre asocie la palabra compromiso con el matrimonio, pero nunca se me ocurrió emplearla en la amistad.
Compromiso es sinónimo de promesa, de involucrarse con la otra persona.
Para mi compromiso es = Amistad.
  • Amistad es: unidad, complicidad, camaderia, risas, llantos, paciencia, perseverancia, lealtad, verdad, integridad, transparencia, valor, respeto, perdón, tolerancia, aceptación y la mayor de todas AMOR.
  • Amistad es tener un hombro en quien llorar.
  • Amistad es reírnos sin parar hasta que nos duela la panza.
  • Amistad es conocernos tanto que con una sola mirada saber que nos pasa.
  • Amistad es compartir triunfos y fracasos, llantos y alegría.
Por eso amigo tu amistad es uno de mis más preciosos tesoros, me enriquece, me hace crecer, y me ayuda a hacer una mejor persona.
 
 


Se dice que un amigo es un hermano por decisión. No escogemos a nuestros hermanos en casa, ni ellos nos escogieron a nosotros. A muchos de nosotros no nos hizo mucha gracia la idea de tener “hermanos”. “A los hermanos hay que quererlos” nos decía mamá, “hay que ser hermanables” nos repitió cuando lloramos a gritos por no querer prestar un carrito.

 Bueno siendo franco fueron muchas las veces en que siendo niño le pregunté a Dios: ¿para qué sirven los hermanos mayores?…aparte de hacerte la vida de cuadritos…

Y aunque hay un vínculo sin igual con nuestros hermanos de carne, con el paso de los años nos damos cuenta que hay personas con las que “escogemos” compartir la vida por una cuestión de “empatía” o gustos similares: nuestros amigos. Estos son “hermanos” por decisión nuestra.

El concepto de amistad conlleva implícita la idea de afecto desinteresado y pureza, así como la idea de merced o favor. Déjame explicarlo un poco.
De quién somos amigos?

De aquellos a los cuáles les dimos acceso a compartir nuestra vida por razón de gustos comunes, afinidad de carácter o visiones afines.

Hay personas que se acercan a uno queriendo ser nuestros amigos. Pero no entran dentro de esa categoría hasta que nosotros acordamos que así sea y nos abrimos a esa relación.

La amistad es uno de los mejores regalos dados por Dios al hombre.

Dios nos ha ofrecido su amistad desde el principio.

Su voz llamó a Adán que se escondía detrás de los arbustos luego de pecar para restaurarlo. Su corazón buscaba reanudar la comunión perdida y lo ha hecho desde ese momento.

Cada vez que Dios ha encontrado un corazón dispuesto, lo ha promovido a ese nivel de amistad profunda con El. Tal es el caso de Enoc, cuyo caminar con Dios lo hizo merecedor de ser llevado por él. Génesis 5:24 Asimismo lo atestiguan las vidas de Noé, Elías y tantos otros héroes de la fe.

A Dios le gusta la amistad.

En sus tratos con Abraham, el Señor preparó al patriarca para establecer una amistad profunda entre ambos.

Por eso lo llevó a Moriáh en donde Abraham se dispuso a entregar a Isaac y al hacerlo, encontró la clave para lograr una amistad íntima con Dios:

“Porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” Génesis 22:12

Su confianza y disposición a toda prueba lo hicieron merecer el titulo de ‘Amigo de Dios”
Santiago. 2:23

Lo que mas me sorprende de Dios en este sentido es que al procurar nuestro compañerismo establece las bases para que tal cosa pueda suceder.

1. Crea el universo y establece su orden en él.

Dios es Padre primero y como tal, primero establece respeto En su creación. Manifiesta su poder, gloria y majestad. Entonces nos crea para que podamos reconocer quien el El.

No puede haber amistad sin establecer respeto y siendo que estamos hablando de amistad con Dios, debe estar bien claro que antes de poder disfrutarla tenemos que aceptar Su lugar de honra.

2. Dios nos crea y nos invita a conocerle, a ser sus amigos. Luego de Padre, Dios es amigo.

ESO ES INCREIBLE!!!

Que probabilidades tenemos como humanos de poder ser amigos de Dios? Ninguna, a menos que El ASI LO QUIERA!!!

Y esas son las buenas noticias del Evangelio:

Jesús vino para hacer de pecadores sus amigos. Su sacrificio buscó asegurar que eso fuera posible.

Jesús no estaba buscando “empleados” ni “siervos”. Tampoco vino a formar un “concilio” ni una junta. VINO A BUSCAR AMIGOS!

Jesús delata que su amor salvador es en esencia el amor de un amigo:

“Nadie tiene mayor amor que éste: que uno dé su vida por sus amigos” Juan 15:13 (Biblia de las Américas)

Juntamente con esta afirmación clarísima de lo que el Evangelio es, les comunica a sus discípulos:

“Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre” Juan 15:15 (Biblia de las Américas)

Jesús no solo viene a quitar de en medio el pecado que nos bloqueaba el acceso al corazón de Dios, sino que también nos revela la “voluntad” del Padre para que al hacerla podamos disfrutar de esa intimidad que anhelamos con El.

“Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” Juan 15:14

Esto va en línea con lo que mencionan los salmos como una condición indispensable para la amistad con Dios:

”La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto”

Salmo 25:14

El mismo Dios que nos ama “sin condiciones” para poder salvarnos, requiere una condición para ser nuestro intimo amigo: guardar sus mandamientos.

Jesús es la personificación perfecta de lo que amistad es.

1. Una verdadera amistad es fruto de una decisión de amor, mas que de sentimientos. En otras palabras, debe hacer “intencionalidad” para poder iniciarla y hacerla crecer.

2. La amistad verdadera se establece y crece en medio del respeto. Toda amistad positiva debe forjarse por medio del reconocimiento de los límites de cada uno y de la búsqueda de la honra mutual, la transparencia y la sinceridad.
3. La amistad se ejercita en la capacidad de entrega desinteresada.
4. Un verdadero amigo permanece al lado no importa lo que pase.

“En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia”

Proverbios 17:17

Eso explica por qué Jesús regresa a la orilla de la playa después de resucitar: a buscar a sus amigos que habían perdido la fe.

CELEBRO LA AMISTAD
Quiero celebrar a los amigos de mi vida. Fácil es que suene un poco idealista porque el mundo se ha vuelto un lugar lleno de desconfianza, traiciones y desilusiones. Quien puede creer que hay amigos de verdad. Crecí escuchando a mi abuela decirlo. Papa lo repitió muchas veces y mama lo dijo y lo vivió: nunca confíes en la gente tanto, porque luego te va a doler. Un consejo materno que vi cumplirse como si fuese un presagio muchas veces. Lo llore pero rehuse aceptar tal cosa.

Pero encontrar las buenas noticias del Evangelio trajo consigo la esperanza de conocer el sabor de una amistad verdadera.
La amistad de Jesús es poderosa, aún delante del beso traidor, el maestro puede llamar “amigo” a quien lo vendía. Su entrega tiene el poder de borrar la desilusión que nos dejan los rastros traicioneros del hombre.

El evangelio me ha enseñado a creer en la amistad.

EL PERDON DE DIOS


Durante la Segunda Guerra Mundial Hans Rookmaaker fue un integrante activo de la resistencia holandesa. Pero fue capturado por los alemanes y enviado a un campo de concentración nazi, donde comenzó a leer la Biblia.

Al estudiar la Palabra de Dios, descubrió que el íntimo deseo de Dios es perdonar nuestros pecados. De modo que entregó su vida a Cristo y se maravilló por el gozo y la libertad que había hallado.

Cuando Rookmaaker fue liberado de prisión al final de la guerra, inmediatamente se unió a una iglesia. Pero en lugar de tener comunión con personas libres, se sorprendió de encontrar tantos cristianos que aún vivían en la esclavitud del pecado y no experimentaban el perdón de Dios.
Por otra parte, un personaje en una obra de Voltaire murió murmurando: "Dios perdonará--ése es su trabajo." Aunque el perdón no puede darse por sentado de esa manera, Dios nunca quiso que vivamos en esclavitud.

La Biblia enseña que la confesión es el prerrequisito para el perdón de Dios--ya sea para la salvación inicial como para la comunión diaria. Esta confesión implica arrepentimiento y, cuando sea necesario, restitución.
La confesión sin arrepentimiento es un fraude. En Proverbios leemos: "El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia" (28:13).

A veces la confesión también implica restitución (Exodo 22:1-15). Por lo general, éste es un aspecto olvidado de la confesión. Si nuestro pecado privó a alguien de algo que le pertenecía o correspondía (algo material, dinero o trabajo), no sólo debemos disculparnos con la persona ofendida sino que también debemos pagar tan pronto como sea posible.

La maravilla de la Escritura es la buena nueva de que Dios perdona de balde a quien con corazón sincero confiesa su pecado. Manasés fue uno de los reyes más malvados de Judá. El echó por tierra las reformas de Ezequías y sirvió a dioses falsos con más celo de lo que lo habían hecho las naciones paganas que Dios había destruido ante los israelitas (2 Crónicas 33:1-9). Sin embargo, al ser capturado por los asirios, Manasés se humilló ante el Señor--y Dios lo perdonó.
Si Dios pudo perdonar a un rey pagano y malvado cuando éste se humilló, con seguridad que también nos perdonará si confesamos nuestros pecados y nos arrepentimos. La confesión es humillante, pero "si confesamos a Dios nuestros pecados, podemos estar seguros de que ha de perdonarnos y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9 BD). Aprenda de memoria este pasaje y a menudo pida a Dios que lo haga realidad en su vida.

Hay otro precioso versículo para agregar a su lista de memorización: "Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones" (Hebreos 10:17). Cuán notable que el Dios omnisciente promete no sólo perdonar nuestros pecados sino también olvidarlos para siempre.

En su obra EL PARAISO PERDIDO, Juan Milton pregunta: "¿Qué otra cosa podemos hacer sino postrarnos ante El reverentes; y allí confesar con humildad nuestras faltas e implorar perdón; con lágrimas que rieguen el piso y con suspiros de corazones contritos, como señal de pena no fingida y mansa humillación?"
 Palabras que hieren

 
Palabras amargas. Ácido con sarcasmo. Odio. Irreverencia. ¿No era suficiente que Él estaba siendo crucificado? ¿No era suficiente que estaba siendo avergonzado como un criminal? ¿No eran suficientes los clavos? ¿Fue la corona de espinas demasiado suave? ¿Habían sido muy pobres los azotes? Para algunos, aparentemente sí.

Pedro, un escritor no dado normalmente a usar muchos verbos descriptivos, dice que quienes pasaban cerca insultos al Cristo crucificado. 1 Pedro 2:23

Ellos no sólo insultaban, hablaban o blasfemaban. piedras verbales. Tenían toda la intención de herir y lastimar.
“¡Hemos quebrantado el cuerpo, ahora rompamos el espíritu!”. De esa manera sus arcos con las flechas de su autojusticia y torturantes dardos de puro veneno.

De todas las escenas alrededor de la cruz, ésta es la que más me enoja. ¿Qué clase de personas –me pregunto- se burlará de un hombre agonizante? ¿Quién sería tan indolente como para poner sal en las heridas abiertas? ¿Cuán bajo y pervertido es hablar con desprecio a uno que está atado con dolor? ¿Quién se burlaría de una persona que está sentada en la silla eléctrica? ¿O quién señalaría con el dedo y se reiría de un criminal que tiene la cuerda de la horca alrededor del cuello? Puede estar seguro de que Satanás y sus demonios fueron la causa de tal inmundicia.


Y luego el criminal en la cruz número dos lanza su golpe:

- ¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!
Las palabras lanzadas ese día tenían el propósito de herir. Y no hay nada más doloroso que las palabras que tienen el propósito de herir. Esa es la razón por la que Santiago llama a la lengua un fuego. Sus llamas son tan malignas y destructoras que destrozan como las de una gran antorcha.

Pero no les estoy diciendo nada nuevo. Sin lugar a dudas usted ha tenido que soportar palabras que hieren. Usted ha sentido la tortura de un escarnecimiento bien apuntado. Tal vez usted está sintiéndolo. Alguien que usted ama o respeta lo azota en el piso con un látigo o con el fuego de la lengua. Y allí yace usted; herido y sangrando. Tal vez las palabras fueron dirigidas para herirlo, tal vez no; pero eso no importa. La herida es profunda. Los daños son internos. Corazón quebrantado, orgullo herido, sentimientos lastimados.

O tal vez su herida es vieja. Aunque la flecha fuera extraída hace mucho tiempo, la punta aún permanece... escondida debajo de su piel. El viejo dolor aflora impredecible y decisivamente recordándole las lacerantes palabras aún no perdonadas.

Si usted ha sufrido –o está sufriendo- debido a las palabras de alguien, estará contento de saber que hay un bálsamo para esta laceración. Medite en las palabras de 1 Pedro 2:23: “Quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente”

¿Ve usted qué no hizo Jesús?. Él no se desquitó. Él no devolvió la ofensa. Él no dijo: <¡Ya verás!> <¡Ven acá y di eso mismo en mi cara!>, <¡Sólo espérate hasta después de la resurrección, bobo!> No, estas declaraciones no se encontraron en los labios de Cristo.

¿Vio lo que Jesús sí hizo? Él encomendó su causa al que juzga justamente. O dicho más simplemente, dejó el juicio a Dios. Él no se hizo cargo de la tarea de buscar revancha, Él no demandó explicaciones. Él no pagó a ningún emisario ni envió a nadie con ninguna propuesta. Él, al contrario de la reacción normal, asombrosamente, habló en defensa de ellos: Lucas 23:24

Si, el diálogo en esa mañana del viernes fue amargo.

Las piedras verbales fueron destinadas a atormentar y torturar. Cómo Jesús –con un cuerpo quebrantado por el dolor, los ojos cegados por su propia sangre, y los pulmones inflándose ansiosamente en busca de aire- pudo hablar a favor de malvados sin corazón, es algo que va más allá de mi comprensión. Nunca he visto tal amor.


Si alguna vez una persona mereció una buena oportunidad para la revancha, Jesús fue esa persona. Pero Él no la tomó. En vez de eso murió por sus adversarios. ¿Cómo pudo hacerlo? Yo no sé. Pero si sé que todas mis heridas parecen insignificantes. Mis rencores y duros sentimientos se vuelven repentinamente infantiles. Algunas veces me sorprendo al ver el amor de Cristo, no tanto por la gente que toleró como por el dolor que soportó.


¡Maravillosa Gracia!
DOCE ASESINOS DEL MATRIMONIO

1. El exceso de trabajo o compromisos y el agotamiento físico
Cuidado con este peligro. Es especialmente insidioso en las parejas jóvenes que están tratando de comenzar en una profesión o todavía están estudiando. No traten de estudiar, de trabajar a tiempo completo, de tener un bebé, de manejar a un niño pequeño, de hacer reparaciones en la casa, y de comenzar un negocio, todo al mismo tiempo. Suena ridículo, pero muchas parejas jóvenes hacen exactamente eso y luego se sorprenden cuando su matrimonio se viene abajo. ¿Por qué no habría de ser así? ¡El único momento en que se ven es cuando están agotados! Es especialmente peligroso cuando el esposo es el que tiene demasiados compromisos o trabajo, y la esposa está todo el día en casa con un hijo en edad preescolar. La profunda soledad de ella da lugar al descontento y a la depresión, y todos sabemos a dónde lleva eso. Deben reservar tiempo el uno para el otro si quieren mantener su amor vivo.
2. Las deudas muy grandes y el conflicto en cuanto a cómo se gastará el dinero
Paguen en efectivo por los artículos de consumo, o no los compren. No gasten más de lo que pueden por una casa o por un automóvil, dejando muy pocos recursos para salir juntos, para viajes cortos, para personas que cuiden a los niños, etc. Distribuya sus fondos con la sabiduría de Salomón.
3. El egoísmo
Existen dos tipos de personas en el mundo, los que dan y los que toman. Un matrimonio entre dos personas que dan puede ser algo bello. Sin embargo, la fricción está a la orden del día entre una persona que da y otra que toma. Pero dos personas que toman pueden darse zarpazos la una a la otra hasta hacerse trizas dentro de un período de seis semanas. En resumen, el egoísmo siempre devastará un matrimonio.
4. La interferencia de los suegros
Si el esposo o la esposa no se ha emancipado totalmente de los padres, lo mejor es no vivir cerca de ellos. La autonomía es algo difícil de conceder para algunas madres (y padres), y el estar muy cerca será causa de problemas.
5. Las expectativas poco realistas
Algunas parejas llegan al matrimonio esperando cabañas cubiertas de rosas, una vida sin preocupaciones ni responsabilidades y un gozo ininterrumpido. La consejera Jean Lush cree, y yo estoy de acuerdo con ella, que esta ilusión romántica es particularmente característica de las mujeres norteamericanas que esperan más de sus esposos de lo que ellos son capaces de dar. La decepción consiguiente es una trampa emocional. Pongan sus expectativas en línea con la realidad.
6. Los invasores del espacio
No me refiero a extraterrestres de Marte. Más bien, mi preocupación es por las personas que violan el espacio para funcionar que su cónyuge necesita, sofocándolo rápidamente y destruyendo la atracción entre ellos. Los celos son una manera en que este fenómeno se manifiesta. Otra es la baja autoestima, la cual lleva a que el cónyuge inseguro se inmiscuya en el territorio del otro. El amor debe ser libre y confiado.
7. El abuso del alcohol y de otras sustancias químicas
Éstos son asesinos, no sólo de los matrimonios, sino también de las personas. Evítenlos como a la plaga.
8. La pornografía, los juegos de azar y otras adicciones
Debe ser obvio para todos que la personalidad humana tiene imperfecciones. Tiene la tendencia a quedar atrapada en comportamientos destructivos, especialmente cuando se es joven. Durante una etapa inicial, las personas creen que pueden jugar con tentaciones tales como la pornografía o los juegos de azar sin salir dañadas. De hecho, muchos se alejan casi sin haber sido afectados. Sin embargo, para algunos existe una debilidad y una vulnerabilidad que se desconoce hasta que es demasiado tarde. Entonces se vuelven adictos a algo que rasga la fibra de la familia.
Tal vez esta advertencia les parezca tonta e incluso mojigata a mis lectores, pero he hecho un estudio de veinticinco años de duración sobre personas que arruinaron sus vidas. Sus problemas a menudo comienzan con la experimentación con un mal conocido y finalmente terminan en la muerte física o la muerte del matrimonio. Las restricciones y los mandamientos de las Escrituras se han diseñado para protegernos del mal, aunque es algo difícil de creer cuando somos jóvenes. “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Si mantenemos nuestras vidas limpias y no nos permitimos jugar con el mal, las adicciones que han hecho estragos en la humanidad nunca nos podrán tocar.
9. La frustración sexual, la soledad, la baja autoestima y la quimera de la infidelidad
¡Una combinación mortal!
10. El fracaso en los negocios
En especial, el fracaso en los negocios afecta adversamente a los hombres. Su inquietud por los reveses financieros algunas veces se muestra en ira dentro de la familia.
11. El éxito en los negocios
Es casi tan peligroso tener mucho éxito en los negocios, como lo es fracasar rotundamente en ellos. El autor de Proverbios dijo: “No me des pobreza ni riquezas; manténme del pan necesario” (30:8).
12. Casarse demasiado jóvenes
Las chicas que se casan entre los catorce y los diecisiete años de edad tienen el doble de probabilidades de divorciarse que las que se casan a los dieciocho y diecinueve años. Las que se casan entre los dieciocho y los diecinueve años tienen una vez y media más de probabilidades de divorciarse que las que se casan entre los veinte y los treinta años.
Las presiones de la adolescencia y las tensiones de los primeros años de vida matrimonial no hacen un buen dúo. Terminen lo primero antes de emprender lo segundo.
Éstos son los asesinos del matrimonio que he visto más a menudo. Pero, en verdad, la lista es prácticamente interminable. Todo lo que se necesita para que crezcan las malas hierbas más fuertes es una pequeña grieta en la vereda. Si van a vencer la ley de las probabilidades en relación al divorcio y mantener una unión matrimonial estrecha a largo plazo, deben emprender la tarea con seriedad. El orden natural de las cosas los alejará el uno del otro, no los unirá.
¿Cómo vencerán la ley de las probabilidades? ¿Cómo formarán una relación sólida que dure hasta que la muerte los haga emprender el último viaje? ¿Cómo se incluirán ustedes entre el número cada vez más reducido de parejas de mayor edad que han cosechado toda una vida de recuerdos y experiencias felices? Aun después de cincuenta o sesenta años de casados, todavía se buscan mutuamente para darse aliento y comprensión. Sus hijos han crecido dentro de un ambiente estable y amoroso, y no tienen cicatrices emocionales o recuerdos amargos que borrar. A sus nietos no se les tiene que explicar con delicadeza por qué “los abuelos ya no viven juntos”. Sólo el amor prevalece.
Así es como Dios quería que fuera, y todavía sigue siendo algo posible que ustedes pueden alcanzar. Pero no hay tiempo que perder. Refuercen las riberas del río. Defiendan el fuerte. Traigan las dragas y hagan más profundo el lecho del río. Mantengan las poderosas corrientes en sus propios cauces. Sólo esa medida de determinación mantendrá el amor con el que comenzaron, y hay muy poco en la vida que compita con esa prioridad.

DEDICAR TIEMPO A LA FAMILIA

 
Después que el huracán katrina? golpeara nuestra ciudad, mi esposo, mis cuatro hijos y yo nos encontramos sin electricidad, teléfonos o agua. Los días que siguieron los pasamos tratando de abrirnos paso al mundo exterior a través de los centenares de árboles derribados. Trabajábamos codo a codo todo el día frente al garaje, aserrando y arrastrando árboles, y pasábamos las noches acurrucados junto a las velas, con un radio transistor como nuestro único vínculo con la civilización.
Todo esto suena muy terrible, considerando especialmente el calor de agosto y los insectos de Louisiana. Pero al mismo tiempo, sin televisión, computadora, teléfonos o Internet, descubrimos algo que casi habíamos olvidado: que pasar tiempo juntos como familia es algo divertido.
Cuando finalmente salimos, pasamos un mes con el hermano de mi esposo, y aunque teníamos teléfonos y electricidad, estábamos en una ciudad donde no conocíamos a nadie. Los chicos no tenían clases ni actividades después del colegio. Mi esposo y yo no teníamos empleos. Desayunábamos, almorzábamos y cenábamos juntos, leíamos la prensa en voz alta, paseábamos juntos, hacíamos juegos de mesa, pasábamos tiempo en el parque, y nos sentábamos en el patio para ver la puesta del sol. Nuestro hijo de diez años habló por todos cuando dijo: "Sé que el huracán fue algo malo, pero nunca me había divertido tanto con mi familia".
Un mes más tarde, cuando nuestra ciudad se volvió de nuevo habitable, reabrieron las escuelas. Mi esposo volvió a trabajar, comencé un nuevo trabajo a medio tiempo y los chicos reanudaron muchas de sus actividades. Pero estábamos firmemente determinados a no olvidar las lecciones que habíamos aprendido durante nuestro "tiempo muerto".
Ahora venía lo difícil. ¿Cómo podríamos evitar que nuestras vidas se llenaran tanto, que nos impidiera pasar tiempo juntos?
Esto es lo que nos está ayudando a lograrlo.
Intencionalidad: Los tiempos han cambiado desde los días en que la mayoría de las familias tenían dos padres: una mamá que se quedaba en casa, y un papá que trabajaba de 9 a 5. Las familias hoy son más complejas. Los padres sin pareja, las familias en que ambos trabajan, la cantidad de actividades escolares después de la casa, y las distracciones que hay en el hogar, tales como la computadora, los Playstations® entre otras, significan que el tiempo junto como familia no es algo que sucede "con facilidad y a menudo".
Propóngase hacer del tiempo juntos como familia una prioridad. Planifique tiempo para estar juntos, e insista en que los niños participen. Es posible que éstos no siempre se sientan emocionados por la idea, al comienzo. Pero piense en sus recuerdos favoritos de la niñez, y encontrará que la mayoría de ellos giran en torno al tiempo que pasaba con su familia, no importa lo frecuente o infrecuente que fuera eso.
Calidad y cantidad: Cuando se les pregunta a los niños: "¿Qué hace una familia feliz?", la respuesta es casi unánime: "Pasan tiempo juntos". Según los expertos, el mito de que una gran cantidad de tiempo puede ser sustituido por una menos frecuente "calidad de tiempo", simplemente no es verdad. Karen Dockrey, autora del libro Bold Parents, Positive Teens (Padres valientes, adolescentes confiados), lo expresa de esta manera: "El tiempo diario es irremplazable. Cinco minutos cada día es mejor que cinco horas un sábado o un grandioso viaje de la familia. Las grandes porciones de tiempo sólo son efectivas si existe ya una relación como resultado de pasar tiempo juntos cada día".
Comer juntos: De acuerdo, cenar juntos todos las noches de la semana no parece ser práctico para la mayoría de nosotros. Pero expertos en temas familiares, tanto cristianos como seculares, concuerdan en que los hijos que crecen en hogares en los que los padres y los niños se sientan juntos a la mesa tres o cuatro veces cada semana, tienen menos probabilidades de experimentar con drogas y alcohol, y menos inclinados a tener sexo premarital. ¿Por qué razón? Porque es menos probable que tengan una sensación de vacío o de falta de aceptación y amor. Hay, incluso, una correlación entre el comer juntos como familia, y el éxito en el colegio.
El tiempo de la comida es una oportunidad para hablar de los asuntos del día, y para ventilar cualquier queja que haya surgido durante la semana. Pero tengan cuidado de tratar las cosas de manera divertida y despreocupada. No utilice el tiempo de la comida como una oportunidad para inculcar modales en la mesa ni para reprender a los niños frente a una audiencia. Mantengan al mínimo distracciones como la TV o los teléfonos. Realmente, es una buena idea declarar una moratoria en todos los aparatos electrónicos hasta que hayan terminado de comer.
Orar juntos: Jesús promete en Mateo 18:20: "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". Creo que esto tiene un doble significado para las familias. Sé que algunas de las respuestas más efectivas a las oraciones se han producido después de haberme arrodillado con mi esposo y mis hijos para orar juntos. Más que una rápida plegaria antes de las comidas, el tiempo de la oración puede ser una oportunidad para conectar los corazones de todos, y para saber qué motivo de preocupación hay en la mente de cada uno. Oren cuando vayan a la escuela en la mañana o antes de irse a dormir en la noche. Comiencen una agenda de oración en la que puedan anotar y revisar las peticiones de oración y los asuntos que les preocupan, y asegúrense de dar gracias a Dios, juntos, cuando reciban la respuesta.
un tiempo particular para cada uno: Antes de tener a nuestros hijos, mi esposo y yo hicimos la promesa, que una vez que los tuviéramos pasaríamos tiempo a solas con cada uno de ellos, lejos de la competencia natural de los otros hermanos. Le sorprenderá lo mucho que nos ha ayudado a conocerlos.
Diez actividades para hacer juntos
Hornear y cocinar. Alarguen el tiempo de comida de su familia, ayudando en la preparación de las comidas juntos. Hagan galletas o dulces para regalar a sus vecinos y familiares.
Trabajo en el patio. ¿Por qué no hacer de la tarea de rastrillar, cortar el césped y la jardinería un día familiar? Planifiquen un premio al final, como pedir una pizza o salir a comer un helado.
Hacer trabajo voluntario. Pasen tiempo juntos y ayudando a personas en su comunidad que tengan necesidades.
El club familiar del libro. Vayan a la biblioteca y soliciten algunos ejemplares del mismo libro. Los padres o los hermanos mayores pueden leer para los más pequeños. O, simplemente, lean todos juntos: los niños de todas las edades (y ustedes también) disfrutan de la lectura de una buena historia.
Turismo local. Les aseguro que hay muchos lugares en su comunidad que todavía no han visto. Llamen a la oficina de turismo de su ciudad, y pidan información en cuanto a parques, zoológicos y museos que puedan visitar juntos.
Actividades al aire libre. Los parques públicos son un excelente lugar para que la familia pase tiempo junta. Hagan planes para tener un día de bicicletas, caminata o de paseo en canoa.
Juegos de mesa. ¿Qué mejor cosa que un juego de Clue® en familia? Otros juegos adecuados para la familia son el Boggle®, Cattergories®, Taboo®, Pictionary® y el viejo y favorito Monopoly® Busquen las versiones para los menores y diviertánse grandes y chicos al mismo tiempo.
Juegos caseros tradicionales. Hay muchísimos otros juegos que se pueden jugar en la casa. ¿Qué tal el famoso juego de esconderse o la búsqueda de objetos antiguos de la casa?
Barbacoa. Si conocen a una familia que tengan niños de la misma edad que los suyos, invítenla para tener una barbacoa. Algunos de los recuerdos más queridos de mi niñez son el haber jugado Patea la Lata en el patio trasero de la casa, mientras los padres se sentaban y conversaban en el patio al final de la tarde.
Películas de la familia. A los niños les encanta ver cómo eran ellos en el pasado. Preparen palomitas de maíz, apaguen las luces y vean algunas dispositivas, fotos viejas o videos de vacaciones de hace cinco años. Los comentarios que surjan mientras ven los recuerdos los mantendrá entretenidos toda la noche.