La liberación de las naciones de América y el mundo ya fue comprada por Jesucristo a través del derramamiento de Su sangre bendita en la Cruz. El ya pagó el precio por nuestra redención, somos suyos ahora y herederos de Dios del mundo y de sus riquezas. El diablo, sus principados y potestades ya fueron derrotados y no tienen ningún dominio sobre mi país ni sobre el tuyo. Dios nos dio un nuevo decreto de vida, el decreto de muerte fue anulado por Jesús. Lo que está escrito es la Biblia es Ley, es estatuto u orden real, es una “proclamación oficial”.
I. ¿Qué es una proclama?
A. Es un pregón, alocución, amonestación o notificación oficial.
B. Una proclama implica nombrar, aclamar, elegir, publicar o deponer algo o a alguien.
C. A través de una proclama se puede deponer a alguien; esto es, despedir, testificar o declarar en contra de y destituir.
A través de una proclama notificamos oficialmente a las huestes del infierno su derrota legal territorial y activamos el poder angélico en contra de dichas fuerzas para se aprisionadas y expulsadas de una región. Una proclama es el anuncio verbal de un decreto, el cual lo convierte en un “edicto real”; esto es, una ley o norma oficial.
II. ¿Qué es una notificación?
Una notificación es una proclama real. Es un anuncio, participación, aviso o comunicado oficial. La notificación es una vía legal para informar las decisiones del Juez y da por comunicado o participado al que la recibe del juicio decretado. La entrega de la notificación o proclama real activa el poder del reino para que la ley o juicio decretado se cumpla. La Iglesia hoy debe establecer decretos de Dios sobre territorios para que unidos a su proclamación vocal los conviertan en edictos o juicios decretados que notifican su derrota a los espíritus territoriales. La notificación es en sí todo un acto profético que activa el poder angélico del Reino de Dios contra las huestes del mal, propiciando a través de la ley de la legalidad su expulsión de los territorios. Mateo 16. La Iglesia de Jesucristo debe ser hoy la “Notificadora del Poder Judicial” del Reino de Dios.
El papel de los profetas en la Guerra Espiritual Territorial y Estratégica
El profeta es un ministerio importantísimo en la Guerra Espiritual Territorial del Tercer Milenio.
Este es un ministerio –Radar, que detecta los movimientos de nuestros enemigos espirituales a través del don “discernimiento de espíritus” y por la “revelación y guía del Espíritu”. Es el “atalaya” de Dios que ocupa la torre de la fortaleza (La Iglesia) para observar el movimiento adversario y dar la voz de alerta. El profeta es el “nabi” de Jehová, el “vidente” de Dios. Es quien recibe la revelación de la palabra para la batalla y quien nos entrega las estrategias espirituales para ganar la guerra. Es el director de “inteligencia” Militar de Jehová”, el estratega del Ejército de Dios. El nos trae la Visión.
Actos proféticos: Poder “Dynamis” Desatado
El profeta nos desata la Palabra Divina Revelada a través de su voz. Es un proclamador, pero también un “guerrero prudente”. La unción del guerrero está sobre él y con sus actos proféticos también habla al enemigo de parte de Dios y desata el poder energético de la Palabra Revelada (Rhema). Esta Palabra Profética Estratégica del Todopoderoso expresada mediante movimientos, símbolos y actos proféticos llevan el mismo poder divino que la profecía hablada. El dynamis divino, es decir, el Poder del Reino de Dios, actúa para que los que es declarado por el profeta en sus actos, se cumpla cabalmente.
El papel de los Apóstoles en la Guerra Espiritual Territorial y Estratégica
El profeta nos trae la Palabra, la Revelación de Dios. El trae la visión y estrategia de guerra, pero el general a cargo es el ministro apostólico. El apóstol es el represente directo del gobierno de Dios. Está ungido para ejercer autoridad y decretar o establecer lo que se debe hacer en la batalla. El brinda su cobertura como líder, gobernante y padre espiritual, pero además, él toma la revelación traída por el profeta y decreta con la Palabra misma lo que sucederá. El profeta trae la Visión y Palabra, el apóstol la establece por decreto y la afirma o declara firme. El es el ministerio que declara la “Guerra”.
El Decreto Apostólico
El Antiguo Testamento nos da una lección práctica, los profetas nunca declararon la guerra, sólo trajeron la estrategia de batalla por la Palabra del Señor. Más los reyes si declararon la guerra al enemigo. Los gobernantes (jueces o reyes) si determinaron la guerra. Su Decreto Real estableció que Israel iría a la pelea,
Hoy, apóstoles son los que ocupan el lugar supremo de los gobernantes en la Iglesia. Su decreto es Ley y también contra el enemigo. Ellos decretan la derrota del diablo.
Guerra Apostólica y Profética
La Guerra Espiritual del Tercer Milenio es hoy, una Batalla Territorial Apostólica y Profética, debe envolver estos dos ministerios. Sin ellos no hay coberturas correctas, esto implicará que habrá muchas bajas de nuestro lado. Sin estos dos ministerios, no habrán estrategias militares correctas ni visión clara para la guerra; no tendremos sin ellos el respeto total de nuestros enemigos espirituales. A la hora de atacar nos faltará contundencia, respaldo divino y cobertura angélica. Por cuanto peleamos espiritualmente contra “dioses territoriales”, necesitamos que nuestra guerra sea hecha en el más alto nivel.
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